Los tiempos en los que vivimos invitan a vivir la vida de forma automática, muy deprisa, según las reglas sociales y culturales orientadas a la búsqueda del éxito, perfeccionismo y conductas compulsivas. El precio que pagamos por este estilo de vida es una sensación de bienestar y satisfacción vital cada vez más deficiente. Parar y dirigir la mirada hacia dentro, hacia nuestros valores, metas personales, propósitos vitales, corregir nuestros hábitos limitantes, aprender a utilizar nuestra brújula interior, nos permite establecer una mejor conexión con nosotros mismos, sentirnos protagonistas de nuestra propia vida, ser más auténticos y valientes en nuestro día a día.