La cultura moderna nos anima a no estar presentes, la ocupación permanente y las prisas debilitan nuestra concentración y la habilidad para conectar profundamente con las cosas… Y así, demasiado a menudo, sentimos cómo el estrés, el descontento o la insatisfacción ocupan un lugar preferente sin haber sido ni siquiera invitados
La Atención Plena nos proporciona una manera sencilla pero muy potente para salir del estancamiento y recuperar el contacto con nuestra sabiduría y vitalidad, haciéndonos cargo de la dirección y la calidad de nuestra vida, de nuestra relación con nosotros mismos, incluyendo las relaciones familiares, trabajo y con el mundo en genera
Mindfulness no tiene que ver con sentirnos de un modo determinado. Tiene que ver con “sentirnos como nos sentimos”. No se trata de vaciar o calmar la mente, aunque la calma se vuelve más profunda con la práctica y puede cultivarse de manera sistemática. Mindfulness tiene que ver con permitir que la mente esté como está, y con tener cierto conocimiento acerca de cómo está en este momento, observar la respiración, observar la mente, permitirnos a nosotros mismos estar donde ya estamos… Requiere energía y compromiso para perseverar, requiere cierta disciplina para convertirla en parte de nuestra vida. La clave está en la consciencia y la atención
Solo acallando la mente es posible encontrar la salida del laberinto. Sólo renunciando a la extendida locura de pensar que la solución se encuentra lejos o fuera de uno mismo, llegaremos a descubrir dónde se encuentran la felicidad y la abundancia ilimitada. En nuestra ignorancia, las buscamos sin cesar, a lo largo y ancho de nuestro mundo, sin darnos cuenta de que siempre han estado aquí y ahora, en el fondo inexplorado de nosotros mismos.
No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear…